El cerebro de los hombres se encoge más rápido que el de las mujeres: qué significa esto para el alzhéimer
Un estudio internacional muestra que el cerebro masculino pierde volumen antes y en más regiones que el femenino, pero esa diferencia no explica por qué las mujeres sufren más alzhéimer. Los científicos apuntan a otros factores biológicos y sociales.
Por Enrique Coperías
Los cerebros de los hombres se encogen más rápido que los de las mujeres, pero eso no explica el alzhéimer. Un estudio global de la Universidad de Oslo desvela nuevas claves sobre el envejecimiento cerebral y las diferencias de género. Cortesía: E. Coperías
Durante décadas, los neurólogos han observado una paradoja inquietante: las mujeres son diagnosticadas con alzhéimer con mucha más frecuencia que los hombres. En Europa y Estados Unidos, casi dos tercios de los pacientes son del sexo femenino. La explicación más obvia, eso es, que ellas viven más que ellos, parece insuficiente. ¿Acaso el cerebro femenino envejece de forma distinta o sufre un deterioro más pronunciado con la edad?
Un amplio estudio internacional publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ofrece ahora una respuesta inesperada: en realidad, el cerebro masculino se encoge antes y más deprisa. Sin embargo, esas diferencias no bastan para explicar la mayor prevalencia del alzhéimer en las mujeres. Los investigadores concluyen que el misterio del sesgo de género en la demencia está en otra parte: en factores biológicos, sociales o diagnósticos que aún se nos escapan.
«Es realmente importante que comprendamos qué ocurre en el cerebro sano para poder entender mejor lo que sucede cuando las personas desarrollan estas enfermedades neurodegenerativas», ha declarado Fiona Kumfor, neuropsicóloga clínica en la Universidad de Sídney (Australia), en la revista Nature. A su juicio, este trabajo «amplía la comprensión científica del envejecimiento cerebral típico».
El estudio más ambicioso sobre envejecimiento cerebral sano
El trabajo, liderado por Anne Ravndal y Kristine Walhovd, del Centro de Cambios Cerebrales a lo Largo de la Vida de la Universidad de Oslo, en Noriega, es uno de los más ambiciosos jamás realizados sobre envejecimiento cerebral. El equipo reunió 12.638 resonancias magnéticas cerebrales de 4.726 personas sanas, de entre 17 y 95 años, procedentes de catorce cohortes internacionales, entre ellas los consorcios ADNI (Iniciativa de Neuroimagen del Alzheimer) y AIBL (Australian Imaging, Biomarkers and Lifestyle).
La gran ventaja del estudio es su carácter longitudinal: no se trata de comparar cerebros de personas distintas, sino de observar cómo cambia cada uno a lo largo del tiempo. Cada participante se sometió a al menos dos escáneres en un intervalo medio de algo más de tres años, lo que permitió a los científicos seguir el ritmo de adelgazamiento cortical y pérdida de volumen de materia gris y blanca con la edad.
«Queríamos saber si el envejecimiento estructural del cerebro se acelera de forma distinta en hombres y mujeres, y si eso podría estar relacionado con el riesgo de demencia», explica Ravndal. La investigación analizó 87 índices estructurales del cerebro, desde el grosor cortical y el área superficial cerebral hasta el volumen del hipocampo, el tálamo o el núcleo accumbens.
Mayor contracción en los cerebros masculinos
El resultado fue claro: los hombres mostraron una pérdida más rápida y generalizada de tejido cerebral que las mujeres. Tras ajustar las mediciones para compensar el tamaño mayor de la cabeza masculina, los autores detectaron un declive más pronunciado en el lóbulo occipital, las áreas fusiforme y postcentral, y en el grosor cortical de regiones como el cuneus, el lingual, el parahipocampo y la pericalcarina.
Por ejemplo, la corteza pericalcarina —implicada en el procesamiento visual— se adelgazó en los hombres un 0,24 % anual, frente a un 0,14 % en las mujeres. En las estructuras subcorticales, la diferencia también era notable: con la edad, los hombres experimentaban un mayor deterioro en el caudado, el putamen, el pálido y el núcleo accumbens, áreas relacionadas con el movimiento y la motivación.
Las mujeres, en cambio, solo presentaban un declive más acusado en una zona concreta del surco temporal superior y un mayor agrandamiento de los ventrículos cerebrales, los espacios llenos de líquido que aumentan cuando el tejido neuronal se reduce. En conjunto, el patrón era consistente: los cerebros masculinos envejecen antes y de manera más uniforme.
«Encontramos diferencias modestas pero sistemáticas: el cerebro masculino parece más vulnerable al paso del tiempo en múltiples regiones», resume Ravndal. La propia investigadora subraya que «si los cerebros de las mujeres se deterioraran más, eso podría haber ayudado a explicar su mayor prevalencia de alzhéimer».
Kumfor coincide con ella: «Los resultados sugieren que los hombres envejecen más rápido que las mujeres». Sin embargo, recuerda que ellos también tienen una esperanza de vida más corta, lo que puede alterar las comparaciones entre sexos.
El hipocampo resiste… pero las mujeres siguen teniendo más alzhéimer
Una de las regiones más vigiladas en la investigación del alzhéimer es el hipocampo, esencial para la memoria y el aprendizaje. Curiosamente, el estudio no halló diferencias entre hombres y mujeres en el ritmo de su atrofia. Incluso tras controlar por edad, educación o esperanza de vida, el hipocampo se encogía de forma similar en ambos sexos.
Al ajustar los datos según la esperanza de vida restante —una corrección que elimina el sesgo de que los hombres, al morir antes, podrían parecer más envejecidos—, las diferencias entre sexos se desdibujaron en buena parte del cerebro. En algunos casos, incluso aparecieron áreas donde las mujeres mostraban una ligera mayor pérdida, como el hipocampo o la corteza orbitofrontal. Esto sugiere que parte del aparente deterioro masculino podría deberse a lo que los científicos llaman efecto de proximidad a la muerte: el cerebro se encoge de forma acelerada en los últimos años de vida, independientemente del sexo.
En conjunto, los resultados refutan la hipótesis de que el cerebro femenino envejezca más rápido y, por tanto, sea más propenso a la enfermedad. «Nuestros datos indican que las diferencias estructurales normales entre hombres y mujeres no pueden explicar por qué las mujeres son diagnosticadas con alzhéimer con más frecuencia», concluye el artículo.
Como apunta en la revista Nature Amy Brodtmann, investigadora clínica en salud cognitiva en la Universidad de Monash (Melbourne), «si estos cambios tuvieran algún papel en el desarrollo del alzhéimer, el estudio habría mostrado que las mujeres experimentan un mayor deterioro en las áreas asociadas con la enfermedad, como el hipocampo y el precúneo, que están implicadas en la memoria».
Envejecimiento cerebral no es igual a enfermedad neurodegenerativa
El hallazgo obliga a separar dos procesos que a menudo se confunden:
✅ El envejecimiento cerebral normal
✅ La neurodegeneración patológica.
Envejecer implica una pérdida progresiva de materia gris y blanca, pero eso no es sinónimo de demencia. El alzhéimer supone un tipo de deterioro muy específico, asociado a la acumulación de proteínas tóxicas, como la beta amiloide y la tau, que dañan las neuronas y alteran su capacidad de comunicación.
El equipo de Ravndal subraya que los participantes del estudio eran personas cognitivamente sanas, sin síntomas de deterioro ni diagnóstico de demencia. Por tanto, las diferencias observadas reflejan el envejecimiento biológico del cerebro, no la enfermedad. Los autores reconocen que los patrones podrían ser distintos en individuos con riesgo o fases iniciales del alzhéimer.
De hecho, investigaciones previas han sugerido que ciertos factores genéticos, como el alelo APOE ε4, actúan de forma diferente según el sexo. En mujeres portadoras, este gen parece asociarse a una acumulación más rápida de proteína tau, que forma ovillos neurofibrilares en las neuronas, y a un deterioro cognitivo más marcado que en hombres con la misma mutación. Estas diferencias moleculares podrían explicar parte del exceso de casos femeninos.
«Que las diferencias de volumen cerebral entre sexos no parezcan desempeñar un papel en la enfermedad no resulta del todo sorprendente, porque las enfermedades neurodegenerativas son complejas”, comenta Kumfor en Nature. Y añade— Comprenderlas requerirá estudios longitudinales con personas que padecen alzhéimer, para comparar cómo cambian sus cerebros con el tiempo. Solo observar los cambios relacionados con la edad en la atrofia cerebral probablemente no baste para explicar toda su complejidad».
Diferencias entre un cerebro normal y uno afectado por la demencia. Aunque el cerebro masculino se encoge antes, eso no implica perder capacidades mentales. El estudio destaca que la actividad física, la estimulación cognitiva y los lazos sociales son claves para un envejecimiento cerebral sano y una comprensión del alzhéimer más equitativa entre hombres y mujeres. Cortesía: Brain.Anatomy.world
La biología, el entorno y el diagnóstico: un rompecabezas multifactorial
Más allá de la genética, los científicos apuntan a una constelación de causas posibles. Algunas son biológicas: las hormonas sexuales podrían desempeñar un papel crucial. Sin ir más lejos, el estrógeno tiene efectos neuroprotectores, y su brusca caída tras la menopausia podría dejar al cerebro femenino más expuesto. En cambio, los hombres experimentan un descenso más gradual de la testosterona. También hay indicios de que el metabolismo energético cerebral y el estrés oxidativo evolucionan de forma distinta en ambos sexos.
Otros factores son socioculturales. Las mujeres, históricamente, han tenido menos acceso a la educación formal y a trabajos cognitivamente estimulantes, ambos factores protectores frente al deterioro mental. Además, viven más años, lo que aumenta las probabilidades de recibir un diagnóstico. Y algunos estudios han sugerido que las pruebas clínicas del alzhéimer podrían estar sesgadas hacia síntomas más típicos en mujeres, como los relacionados con la memoria verbal, dejando sin detectar manifestaciones distintas en hombres.
En palabras de Ravndal, «los resultados apuntan a otras posibles explicaciones de las diferencias de prevalencia del alzhéimer entre hombres y mujeres, como las variaciones en la supervivencia o en la susceptibilidad a la enfermedad». Y Brodtmann matiza lo siguiente: «Aunque el estudio es sólido, hacen falta más investigaciones con conjuntos de datos más diversos. Las personas incluidas tenían un nivel educativo alto —un factor protector frente al alzhéimer—, lo que significa que no representan plenamente a la población general».
Un retrato más matizado del envejecimiento cerebral
El estudio publicado en PNAS se suma a un creciente cuerpo de evidencia que reconsidera las diferencias de sexo en el cerebro humano. Aunque los hombres presentan, de media, cerebros más grandes, esa diferencia desaparece casi por completo al ajustar por tamaño corporal. Y lo que importa en la vejez no es tanto el tamaño inicial como la velocidad de pérdida cerebral.
Los autores también advierten de varios límites metodológicos. Los participantes tenían, en general, niveles educativos superiores a la media, especialmente los hombres mayores, lo que podría sesgar los resultados hacia una población más sana. Además, la recopilación de datos de distintos centros introduce cierta heterogeneidad en los escáneres y protocolos, y la duración del seguimiento —unos tres años— puede ser insuficiente para capturar cambios sutiles.
Aun así, el tamaño de la muestra y la consistencia de los resultados aportan una base sólida. «Se trata de la evidencia más completa hasta ahora de que las diferencias estructurales entre hombres y mujeres sanos son pequeñas y no justifican la brecha en el alzhéimer», comenta Håkon Grydeland, coautor del estudio.
Por qué los cerebros masculinos envejecen antes
Paradójicamente, aunque las mujeres son más vulnerables a la demencia, los hombres parecen envejecer antes a nivel biológico. La investigación se alinea con otros estudios que han encontrado en los varones un envejecimiento epigenético más rápido —es decir, un acortamiento de la edad biológica medida en el ADN— y una mayor desregulación metabólica con el paso de los años.
Recordemos que la desregulación metabólica es el desequilibrio en los procesos que controlan cómo el cuerpo usa y produce energía; por ejemplo, el manejo de la glucosa, las grasas o las proteínas. En otras palabras, el metabolismo deja de funcionar de forma coordinada, lo que puede provocar inflamación, estrés oxidativo y envejecimiento celular acelerado.
Estas diferencias podrían explicar por qué los hombres sufren antes enfermedades cardiovasculares, diabetes o cáncer, y por qué su esperanza de vida es menor.
Pero en el caso del cerebro, el efecto parece quedarse en una pérdida más rápida de tejido cerebral sin traducirse necesariamente en un mayor riesgo de demencia.
Las mujeres concentran dos tercios de los casos de alzhéimer en el mundo, una cifra que va más allá de su mayor esperanza de vida. La OMS apunta a una combinación de factores biológicos, hormonales y sociales que aumentan su vulnerabilidad frente a esta demencia. Foto: Armin Lotfi
El reto de entender la desigualdad en el alzhéimer
El trabajo de Ravndal y sus colegas no resuelve el enigma, pero acota el terreno de búsqueda. Si el cerebro masculino se atrofia más deprisa y aun así los hombres padecen menos alzhéimer, las causas deben estar en otra parte: tal vez en cómo responden ambos sexos a la acumulación de proteínas tóxicas, en el papel de las hormonas, en la genética o incluso en las dinámicas de supervivencia.
Los autores reclaman más investigación sobre los mecanismos no estructurales: diferencias en inflamación, metabolismo cerebral, conectividad funcional o vulnerabilidad neuronal a procesos patológicos. También piden revisar cómo se detecta y diagnostica la enfermedad, y considerar la longevidad y el sesgo de supervivencia en los análisis estadísticos.
«Necesitamos mirar más allá del tamaño o la forma del cerebro —afirma Ravndal—. Las causas del alzhéimer son complejas, y quizá no están en cómo envejece el cerebro sano, sino en cómo responde a la enfermedad».
Un mensaje de cautela y esperanza
Aunque el estudio no ofrece una explicación definitiva, transmite un mensaje positivo: envejecer no implica inevitablemente perder facultades mentales, y el ritmo de deterioro cerebral natural es más lento de lo que suele creerse.
Los autores subrayan que mantener una vida activa, con buena salud cardiovascular, estimulación cognitiva y relaciones sociales, sigue siendo la mejor estrategia conocida para conservar un cerebro joven y sano.
En definitiva, el nuevo trabajo desmonta uno de los mitos persistentes sobre el envejecimiento cerebral y abre el camino hacia una comprensión más matizada del alzhéimer. El cerebro masculino puede encogerse antes, pero el femenino sigue cargando con el peso de una enfermedad que aún no entendemos del todo. Comprender por qué será clave para diseñar una medicina del cerebro verdaderamente de precisión y con perspectiva de género.▪️
Fuente: A. Ravndal et al. Sex differences in healthy brain aging are unlikely to explain higher Alzheimer’s disease prevalence in women. PNAS (2025): DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.2510486122