La grasa oculta que acelera el envejecimiento de nuestro corazón

Aunque no se ve ni aparece en la báscula, la grasa visceral que rodea a nuestros órganos está envejeciendo el corazón en silencio. Un estudio pionero revela cómo este enemigo invisible marca el ritmo del reloj biológico cardiovascular.

Por Enrique Coperías

Un estudio en European Heart Journal confirma que la grasa visceral, que en el caso de los hombres acostumbra a colocarse en torno al abdomen, lo que les otorga una forma de manzana, acelera el envejecimiento del corazón y los vasos sanguíneos

Un estudio en el European Heart Journal confirma que la grasa visceral, que en el caso de los hombres acostumbra a colocarse en torno al abdomen, lo que les otorga una forma de manzana, acelera el envejecimiento del corazón y los vasos sanguíneos, aumentando así el riesgo de susfrir infarto, fibrilación auricular e insuficiencia cardíaca. Foto: Jose Antonio Gallego Vázquez

El sobrepeso y la obesidad han sido señalados como uno de los mayores enemigos de la salud cardiovascular. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en el European Heart Journal sugiere que el problema es más complejo: no basta con saber cuánto pesamos, sino dónde se acumula esa grasa que hace que suba la flecha de la báscula.

El trabajo, liderado por científicos del Medical Research Council (MRC) Laboratory of Medical Sciences y del Imperial College de Londres, en el reino Unido, revela que la grasa visceral, la que se esconde en el abdomen y rodea órganos vitales como el hígado y el intestino, acelera el envejecimiento del corazón y los vasos sanguíneos.

Lo curioso del asunto es que no toda la grasa actúa por igual: en las mujeres, los depósitos en las caderas y los muslos podrían ejercer un papel protector.

El estudio: cómo la IA reveló la «edad del corazón»

Envejecer es un proceso inevitable, pero no uniforme. Existe la edad cronológica, o sea, los años que marca el calendario, y la edad biológica, que refleja el desgaste real de los tejidos. El corazón, con el paso del tiempo, va perdiendo elasticidad, acumula fibrosis y late con menor eficiencia.

El equipo británico utilizó imágenes de resonancia magnética y técnicas de inteligencia artificial (IA) para calcular una «edad cardíaca» en más de 21.000 participantes del UK Biobank, una gran base de datos biomédica del Reino Unido que recopila información de salud, estilo de vida, genética e imágenes médicas de más de 500.000 voluntarios. Este valor se comparó con la edad real de cada persona para medir cómo de joven o viejo era su bomba vital en relación con su edad cronológica.

Los resultados apuntaban a que quienes tenían mayores cantidades de grasa visceral mostraban corazones biológicamente más viejos. Hay que decir que este tipo de grasa, en cantidades normales, desempeña funciones importantes, como el aislamiento térmico y la protección de los órganos. Sin embargo, cuando se acumula en exceso, puede provocar problemas de salud.

La grasa que no se ve, la más peligrosa

La grasa visceral, también llamada grasa abdominal interna, no se aprecia a simple vista. Una persona puede parecer delgada y aun así acumular cantidades importantes en su abdomen. Es lo que los expertos llaman obesidad oculta.

Este tipo de grasa es particularmente dañina porque no se limita a almacenar energía: secreta sustancias inflamatorias que circulan por la sangre y alteran el metabolismo. En el nuevo estudio, los análisis de laboratorio confirmaron que quienes tenían más grasa visceral presentaban marcadores de inflamación crónica, un proceso estrechamente ligado al envejecimiento prematuro.

«Sabíamos que había diferencias entre cuerpos con forma de manzana y de pera, pero no estaba claro cómo influía eso en los problemas de salud —dice el profesor Declan O’Regan, líder del estudio y catedrático de Inteligencia Artificial Cardiovascular en el Imperial College de Londres. Y añade—: Nuestra investigación demuestra que la grasa mala, oculta en torno a los órganos, acelera el envejecimiento del corazón. En cambio, la grasa en caderas y muslos en mujeres podría tener un efecto protector».

Diferencias entre hombres y mujeres

El estudio también arroja luz sobre las diferencias de sexo en la distribución de la grasa y su impacto en la salud.

✅ En los hombres, el patrón tipo manzana —acumulación en la zona abdominal— resultó ser especialmente predictivo de un envejecimiento cardíaco acelerado.

✅ En las mujeres, en cambio, la llamada grasa ginoide, presente en caderas y muslos, mostró un efecto protector frente al envejecimiento del corazón, sobre todo antes de la menopausia.

La explicación podría estar en los estrógenos. El equipo de investigación encontró que los niveles más altos de esta hormona en mujeres premenopáusicas se asociaban con un menor desgaste cardiovascular.

«El patrón de grasa femenino, ligado a los estrógenos, puede ser clave en futuras terapias contra el envejecimiento cardíaco. Nuestros resultados sugieren que no toda la grasa es igual y que algunas reservas podrían incluso ser beneficiosas», explica el profesor O’Regan.

Dos resonancias magnéticas que muestran a la persona de la izquierda con más grasa visceral (en rojo) y grasa subcutánea (en azul).

Dos resonancias magnéticas que muestran a la persona de la izquierda con más grasa visceral (en rojo) y grasa subcutánea (en azul). Cortesía: AMRA Medical

El IMC no es suficiente para medir el riesgo

Uno de los mensajes más claros de la investigación es que el índice de masa corporal (IMC), utilizado en todo el mundo para clasificar a las personas como normopeso, con sobrepeso u obesas, no es una buena herramienta para predecir la edad del corazón.

Personas con un IMC normal pueden acumular altos niveles de grasa visceral oculta, mientras que otras con sobrepeso no presentan el mismo riesgo.

«El IMC no predice bien la edad cardíaca. Esto subraya la importancia de saber dónde se almacena la grasa en el cuerpo, y no fijarse solo en el peso total», comenta el propio O’Regan.

Prevención: cómo reducir la grasa visceral

Los científicos del Medical Research Council (MRC) Laboratory of Medical Sciences y del Imperial College de Londres también quisieron investigar cómo influye la actividad física en la salud del corazón, y se toparon con que las personas con obesidad pero físicamente activas mostraban una edad cardíaca algo más favorable que las sedentarias. Sin embargo, la presencia de grasa visceral seguía actuando como un factor de riesgo, incluso en individuos que se consideraban que estaban en forma.

Por ello, la recomendación de los expertos no cambia con lo ya establecido: una alimentación saludable (dieta rica en fibra, frutas, verduras, legumbres y baja en azúcares y ultraprocesados) y la práctica regular de ejercicio (combinar actividad aeróbica, como caminar, correr y nadar, con entrenamiento de fuerza) son claves para reducir la grasa visceral.

«Ya sabíamos que el exceso de grasa visceral en torno al corazón y al hígado eleva la tensión arterial y el colesterol —dice Bryan Williams OBE, director científico y médico de la British Heart Foundation—. Y continúa—: Ahora vemos que también podría acelerar el envejecimiento del corazón y los vasos sanguíneos. Comer de forma más sana y mantenerse activo puede ayudar a reducir estos niveles de grasa».

Williams OBE señala las otras dos patas del banco para alcanzar una salud cardiosaludable óptima: los controles médicos (pruebas de glucosa, colesterol y, cuando sea posible, estudios de composición corporal) y evitar el alcohol y el tabaco, ya que ambos aumentan la acumulación de grasa abdominal y el riesgo cardiovascular.

Un reloj que predice el futuro

El profesor O’Regan asegura que el valor del llamado delta de edad cardíaca no se limita a describir el presente. De forma resumida, puede decirse que dicho valor es la diferencia entre la edad cronológica de una persona y la edad biológica de su corazón, estimada a partir de imágenes médicas e inteligencia artificial.

Si el corazón funciona como si fuera más viejo de lo que indica el calendario, ese delta es positivo y señala un envejecimiento cardiovascular acelerado.

Los investigadores comprobaron que las personas con un corazón biológicamente más viejo tenían mayor riesgo de desarrollar fibrilación auricular y diabetes de tipo 2 en los años siguientes.

En mujeres, la grasa en caderas y muslos —cuerpo tipo de pera— parece proteger al corazón gracias a los estrógenos, aunque ese beneficio se reduce tras la menopausia.

En mujeres, la grasa en caderas y muslos —cuerpo tipo de pera— parece proteger al corazón gracias a los estrógenos, aunque ese beneficio se reduce tras la menopausia. Foto: AllGo - An App For Plus Size People

Hacia nuevas terapias: ¿rejuvenecer el corazón?

Más allá de la prevención con estilo de vida, los investigadores contemplan el desarrollo de nuevas terapias farmacológicas que protejan al corazón de los posibles daños de la grasa visceral. «Nuestro objetivo es aumentar la esperanza de vida saludable de las personas. Aunque la actividad física es fundamental, descubrimos, por ejemplo, que la grasa oculta sigue siendo dañina incluso en personas activas», asevera el profesor O’Regan, que cree que el nuevo estudio abre la puerta a tratamientos específicos contra la grasa visceral. Entre ellos destacan:

Agonistas GLP-1 (como Ozempic): ya se usan en diabetes y obesidad, y podrían también frenar el envejecimiento cardíaco.

Terapias hormonales: aprovechar el papel protector de los estrógenos en mujeres.

Hay que mirar más allá de la báscula

Con casi la mitad de los adultos del planeta clasificados como con sobrepeso u obesidad, las implicaciones del nuevo trabajo son, sin duda alguna, son enormes. Refuerza la necesidad de superar la visión simplista del peso corporal y apostar por herramientas más precisas para evaluar riesgos.

También plantea preguntas sobre la medicina personalizada: ¿deberían hombres y mujeres recibir recomendaciones distintas según su patrón de grasa? ¿Podrían los tratamientos hormonales desempeñar un papel en la prevención del envejecimiento cardíaco femenino tras la menopausia?

El estudio del Imperial College y el MRC pone el foco en un enemigo silencioso: la grasa visceral, invisible a simple vista pero capaz de envejecer prematuramente nuestro sistema cardiovascular.

«Queremos encontrar formas de prolongar la vida sana. Y eso implica entender no solo cuánto pesamos, sino dónde está la grasa y cómo afecta al corazón», insiste el profresorO’Regan, que asegura que la investigación abre así una nueva etapa en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares, recordándonos que el reloj del corazón no se mide en años, sino en cómo cuidamos nuestro cuerpo por dentro. ▪️

  • Información facilitada por el UK Research and Innovation

  • Fuente: Vladimir Losev, Chang Lu, Shamin Tahasildar, Deva S. Senevirathne, Paolo Inglese, Wenjia Bai, Andrew P. King, Mit Shah, Antonio de Marvao, Declan P. O’Regan. Sex-specific body fat distribution predicts cardiovascular ageing. European Heart Journal (2025). DOI: https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehaf553

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